Esta entrada fue publicada en la web de Univisión sobre los Testigos de Jehová, tenía una segunda parte publicada en un grupo de msn, pero la desaparición de ese servicio hizo desaparecer esa segunda parte, enfocada en las reuniones sociales. Tarea personal, reescribir esa segunda parte en algún momento. Esta entrada va dirigida a Testigos de Jehová activos:
"Tengamos firmemente asida la declaración pública de nuestra
esperanza sin titubear, porque fiel es el que ha prometido.
Y considerémonos unos a otros para incitarnos
al amor y a las obras exelentes, sin ambandonar el reunirnos
como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros,
y tanto más al contemplar ustedes que el día se acerca."
(Hebreos 10:23-25)
En un mundo peligroso como el nuestro, Jehová provee una gran hermandad mundial de hermanos y hermanas cristianos los cuales intentan seguir con los elevados principios bíblicos. Esto, si lo pensamos, es una de las mejores corazas que la organización nos puede dar. Lamentablemente, hoy en día, cada vez son más los hermanos que "abandonan el reunirnos", y piensan, de forma equivocada, que pueden seguir sirviendo con corazón completo estando fuera. ¿Es esto así?
Algunas veces, los motivos que pueden llevarnos a tomar la determinación de dejar de reunirnos pueden parecernos de gran peso. Por ejemplo, algunos hermanos tienen disputas unos con otros y muchas veces la parte afectada, al ver que quizás no se le ha hecho justicia, decide abandonar la congregación, volviéndose inactivo. Otras veces, algunos hermanos que pecan o tienen dudas, deciden apartarse bien por vergüenza o bien por que su fe se tambalea. ¿Son estas razones válidas para apartarse de los hermanos?
Cuando Cristo estuvo en la tierra, nos dijo que había dos grandes mandamientos, el primero, citado muchas veces en esta página últimamente, es "Debes amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón". ¿Demostramos amor por Dios si de forma consiente y deliberada abandonamos el reunirnos? Un examen de conciencia sincera nos dirá claramente que no, puesto que estaríamos rechazando a sabiendas el amor que Jehová proporciona por medio de su pueblo. Muchos estudios y no-testigos, se quedan maravillados cuando asisten a las reuniones, porque dentro realmente se respira un ambiente acogedor y verdadero interés de los unos por los otros. Además, cuando por circunstancias de la vida debemos emigrar de nuestro país a otro, los siervos de Jehová vemos por nuestros propios ojos que, aunque no conozcamos a veces ni el idioma, el pueblo de Jehová habla el "lenguaje puro" de la verdad, y reconocemos que realmente estamos y somos el Pueblo de Dios.
El segundo mandamiento que dijo Cristo es "Debes amar a tu prójimo como a ti mismo". Párate y piensa, ¿Qué tengo en mi interior que puedo compartir con los demás? Muchos de nosotros atesoramos virtudes como un gran conocimiento, humildad, dulzura, simpatía, carisma, facilidad de palabra, etc. Seguro que si miramos en nuestro interior, veremos muchas cualidades ya que nosotros nos conocemos mejor que nadie. ¿Debería dejar de manifestarlas con mis hermanos cristianos? Vemos pues, que si somos consientes de todo lo que podemos ofrecer a nuestra congregación y a sabiendas nos desasociamos, sólo podemos tener un nombre, egoístas, ya que cuando tenemos algo que compartir y no lo hacemos es porque el egoísmo ha entrado y anidado en nuestro corazón.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando otros hermanos nos cometen injusticias, y vemos que no son reprendidos por sus actos? Todos nosotros somos imperfectos, y como asociación de personas imperfectas es natural que a veces surjan roces entre nosotros, incluso roces que en un principio sean muy difíciles de poder reparar. ¿Dejaremos por esto de asistir a las reuniones? Pregúntate: ¿A quién sirvo, y para quién es mi adoración? ¿Acaso no es para con Jehová? Por supuesto, es muy difícil que una congregación entera se ponga en tu contra, por lo cual volvemos al asunto de que si alguien comete una injusticia contra nosotros, todavía quedarán muchos hermanos cristianos que nos aman y a los cuales podemos edificar. Naturalmente, siempre tenemos la guía y dirección de los Ancianos de congregación, los cuales estarán encantados de poder ayudarnos. Incluso siempre nos quedará como última opción el mudarnos de congregación.
Esto a veces pasa, porque esperamos de nuestros hermanos perfección, en vez de entender que tal como nosotros cometemos errores, ellos pueden cometerlos con nosotros. Si somos sinceros con nosotros mismos, nos daremos cuenta que cualquier argumento que podamos tener para intentar convencernos de que lo mejor es abandonar a los hermanos, es realmente una excusa, y puede ser motivada por algo mayor, por eso, deberíamos preguntarnos ¿Será que ya no tengo la fe de antes? ¿Será que siento celos, envidia o algún motivo egoísta por otro hermano de la congregación? De hecho, si vemos que algo ha hecho mella en nuestro corazón, debemos orar encarecidamente y con fe a Jehová, el oidor de la oración, y pedir su guía. De todas formas, si tenemos titubeos en nuestra fe y decidimos dejar de congregarnos, sería tanto como si tubiesemos frío y para combatirlo decidiesemos apagar la calefacción.
Recordemos igualmente, que en las reuniones se consideran temas vitales para nuestro progreso espiritual, por eso, no estaría siendo sincero quien dijese que es un buen maestro en la verdad y no estuviese asistiendo a las reuniones. En el caso de los varones, abandonar el reunirse de seguro les hará indignos de conseguir privilegios dentro del pueblo de Jehová. Puede ocurrir, y de hecho ya ha ocurrido, que hermanos que han abandonado el reunirse, han sido presa fácil de los ataques de Satanás y han acabado siendo censurados o expulsados de sus respectivas congregaciones.
Por lo tanto, debemos estar cerca de nuestros hermanos, sin importar si tenemos roces o pleitos con alguno de ellos. Jesús nos enseñó que debíamos perdonar a nuestro hermano "hasta seteta veces siete" ya que por mucho que perdonemos, nunca podremos compararnos con lo que Jehová nos ha perdonado a nosotros. Por eso, estemos firmes en la fe, hoy más que nunca, ya que Satanás está buscando, como león rugiente, separarnos de la manada y así poder devorarnos. Por eso, pidamos la guía de Dios, pidamos que nos ayude a pasar por alto las faltas de quienes nos ofenden.
Pero sobre todo, no abandonemos el reunirnos, sino que edifiquemosnos los unos a los otros en el amor a Jehová y Jesucristo.
Que Jehová les Bendiga.