Este artículo en particular estaba dirigido a un grupo de evangélicos que consultaron mi opinión sobre la práctica evangélica de ofrecerse a orar por otras personas. Estaba basado en otro escrito mío anterior sobre el mismo tema:
"Sin embargo yo les digo: Continúen amando a sus
enemigos y orando por los que los persiguen" (Mateo 5:44)
"Por lo tanto, confiesen abiertamente sus pecados unos a
otros y oren unos por otros, para que sean sanados.
El ruego del hombre justo, cuando está en acción,
tiene mucho vigor". (Santiago 5:16)
Muchas veces vemos que este mundo impío y cruel ataca sin piedad al ser humano, vemos que la guerra, el hambre, las enfermedades, los desastres naturales y la propia acción de hombres inmorales o sin escrúpulos hacen que el sufrimiento sea usual en los noticiarios y en la misma vida cotidiana. Los cristianos no escapamos a ello, por eso, es importante recordar el poder de la oración por otros, y la forma de hacerlo.
¿Es impropio orar por los demás? Por supuesto que no, vemos muchos ejemplos bíblicos en los cuales los siervos fieles oraban en favor de sus hermanos o incluso por aquellos que no lo eran. Pero claro ¿Qué es la oración? El libro "Perspicacia" nos dice: "La Oración conlleva devoción, confianza, respeto y un sentido de dependencia de aquel a quien se dirige la oración. Las diversas palabras hebreas y griegas relacionadas con la oración transmiten ideas tales como pedir, solicitar, rogar, suplicar, instar con ruegos, implorar, buscar, inquirir, así como alabar, dar gracias y bendecir." Esto pues, nos da una idea de lo que debemos intentar buscar en la oración y los motivos por los cuales debemos hacerlo.
Hace poco, en nuestro foro hubo una discusión acerca de un tema abierto a propósito de orar por otros. ¿Qué motivó dicha discusión? Pues un entendimiento equivocado sobre cómo orar por los demás. Jesús nos dijo:
"También, cuando oren, no deben ser como los hipócritas; porque a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos anchos para ser vistos de los hombres. En verdad les digo: Ellos ya disfrutan de su galardon completo. Tú, sin embargo, cuando ores, entra en tu cuarto privado y, después de cerrar tu puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto, entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará." (Mateo 6:5,6)
Vemos aquí algo muy importante que debemos recordar cuando oremos: La oración no debe dar pie a una ostentación innecesaria o imprudente. Además, cuando nos dirigimos a Jehová de forma personal (Ya que nunca debemos confundirlo con la oración colectiva que se hace en las reuniones o en representación de nuestra familia al comer por ejemplo) debemos hacerlo en privado, presisamente para evitar dar una impresión equivocada de nuestra oración. Por ello, el error cometido aquí, en nuestro foro, no es el deseo de orar por otros, es el hacerlo de forma pública, primeramente.
Además, aunque es correcto orar por otros, es importante hacerlo de corazón. ¿Qué implica pues el ofrecernos a orar por otros? Pues que perdemos la iniciativa y la pierden los demás, es importante recordar que la oración debe nacernos del corazón y elevarse a Jehová, si nos "ofresemos" a orar por otros, estamos convirtiéndonos en "mediadores" entre aquellos a quienes nos ofrecemos y Dios, usurpando el puesto de Jesús, quien es el único mediador entre Jehová y la humanidad. Además, el hecho de "ofrecernos" a orar por otros, implica el reconocimiento implícito por nuestra parte de nuestra propia justicia, lo cual ninguno de nosotros está en posición de hacer, ya que Jehová es quien ve nuestro corazón.
¿Quiere decir esto que es impropio orar por los demás? Por supuesto que no, los textos citados en el encabezamiento son clara muestra de lo apropiado que es orar por los hermanos cristianos e incluso por aquellos que son "enemigos" nuestros. Lo importante es tener claro que nuestra oración debe ser sincera y nacer de nuestro corazón.
Hay hermanos que visitan a familias que se encuentran con penurias, ya sea de forma económica o por accidente de alguno de sus miembros, por alguna calamidad, o enfermedades, etc. O incluso hermanos los cuales saben de esta situación. ¿Cómo ayudan nuestras oraciones? Pues mucho, sabemos que Jehová nos oye, y que el clamor intenso de sus siervos en ningún caso quedará sin respuesta. Podemos orar y debemos orar por aquellos que sufren, ya que Jehová sin falta escuchará nuestras peticiones y ayudará al que lo busca.
Es importante ser específico, ya que muchos de nosotros a veces caemos en el error de decir, por ejemplo, "y ayuda, Jehová, a los hermanos que sufren..." y pasamos a otra cosa. Y aunque esto no es impropio, sí es bueno que seamos específicos, esto es, que si sabemos que tal persona está enferma, oremos por ella, que oremos por aquellos hermanos de tal o cual país que están sufriendo persecusión, que oremos por aquellos que sepamos que están sin trabajo, que oremos porque tal hermanito vuelva a estar firme en la fé, como ven, siempre podemos ser específicos al orar.
Lo importante de la oración, es que exprese aquello que tenemos en nuestro corazón. Seamos sinceros, todos somos imperfectos y tenemos roces entre nosotros lo cual puede hacer que no nos sintamos especialmente inclinados a orar por tal o cual persona. ¿Deberíamos orar a Jehová sólo por "compromiso"? Jesús, previendo esto, nos explicó que cuando tuvieramos algo en contra de un hermano, dejáramos nuestra ofrenda, en este caso la oración, y arreglásemos nuestras diferencias con el hermano. En conformidad con esto, en vez de orar por alguien de forma forzada y sin realmente sentirlo de corazón, es bueno que pidamos ayuda a Jehová para solucionar con nuestro hermano las diferencias, pidiéndo humildad para reconocer, en caso de ser necesario, nuestros errores, o para pedir más fluidez en nuestro razonamiento para que el hermano vea los suyos, en caso también de ser así. Por lo tanto, es importante no forzarnos a orar sin sentir, antes bien, debemos orar con fe y la oración debe expresar lo que hay en nuestro corazón.
Vemos que cuando los hermanos oran por otros, no lo hacen de forma ostentosa, ya que su finalidad no es que otros sepan que están orando por ellos. Sin embargo, hay veces en que orar en compañía de aquél quien es objeto de nuestra oración puede causar mucho bienestar en esta persona. De ahí que distingamos entre orar por alguien y orar con alguien. Orar por alguien siempre debe ser en privado, porque la propia privacidad de nuestras oraciones es muestra de que realmente estamos interesados en la persona, cuando oramos por alguien de forma pública, lo hacemos con afán de ostentación y la oración sincera se pierde por la oración interesada. El orar con alguien, es cuando hacemos una oración en representación de un hermano o grupo de hermanos, estando ellos presente, y pudiendo ellos luego aprobar nuestra oración con un "Amén" final. Es importante diferenciar esto, el orar por otros y el orar en representación por otros, ya que cuando hacemos esto último, siempre lo hacemos en presencia de aquellos a quienes representamos para que ellos puedan aceptar nuestra oración como suya diciendo "Amén".
Claro está, nuestra oración sincera debe llevarnos a actuar. Sería ilógico que orásemos por un hermano necesitado y luego tan contentos. No, siempre nuestra oración es prueba de nuestra fe, y la fe se manifiesta mediante obras. Por lo tanto, no debemos contentarnos con orar por los demás, sino que debemos tomar iniciativas. Si oramos por aquellos que sufren persecusión, debemos ver cómo podemos ayudar. Por ejemplo, en el pasado hermanos escribieron cartas a algunos gobiernos opresivos, o a las embajadas de dichos gobiernos en su país. Si oramos por aquellos que tienen necesidad, es menester ayudarles con todo aquello que nuestro corazón nos mueva a hacer, ya sea con ayuda material o de otra índole. Si oramos por aquellos que están enfermos, debemos ayudarles en aquello que ellos ya no puedan hacer por causa de su enfermedad. Y así siempre nuestra oración nos debe llevar a mostrar la verdadera hermandad que nos une, tanto a los de dentro como a los de fuera.
De ahí que sea importante orar por nuestros hermanos, porque la misma oración mueve a acción y demuestra el poder de Jehová, tanto en nosotros mismos como en aquellos que lo necesitan. Oremos pues a Jehová, tanto por nosotros como por nuestros hermanos y hagamos juntos una hermandad firme de los ataques del exterior. No existe manera mejor de edificarnos y ayudarnos.